La timidez
suele agudizar lo que se observa, lo que se escucha y lo que se siente.
Despojarse
de la timidez es posible, pero te mentirían si te dicen, que se va por completo.
Escuche
hablar de aquellos que cuando tratan de recordar de aquella vez que se conocieron, sus recuerdos y memorias… empiezan
a mutar, a cambiar.
No se recuerda
si fue de noche, de tardecita o si fue una mañana…
¿Fue en las
escaleras o en los pasillos? ¿me presente primero o despues?
¿Cuántos
colectivos que llevaban a diferente lugar vimos pasar?
Con los
sentimientos los recuerdos toman otro color, otro tiempo, otra textura…
Es allí
cuando los atributos de aquella timidez sacan a relucir su agudeza…
Y es allí
cuando los caramelos de menta con chocolate se vuelven clave…
(¿o eran de
esos de dulce de leche con café? ups)
Cuando el
cabello color sol ya no muta… ni en castaño, ni en negro azulado ni otros
tantos que se usan.
El castellano
rioplatense es inconfundible, pero no es cualquiera y forma parte de esa
identidad única compleja.
La cañada
de Córdoba y las marchas ya tienen sentido, al igual que cuando tus padres te
dicen que nunca tengas timidez de preguntar o de ayudar.
La timidez
es una virtud y agudiza los sentimientos como ya comente, pero también tiene la
mala costubre de etiquetar a sus sentimientos que no comprende.
Los raros sentimientos no existen, son excusas.
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