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Desvelo de las cuatro

Abocado a la desolación, y al develo de la madrugada.
Combina estrategias para poder reposar su memoria, sus pensamientos.
Las melodías de tristeza o aquellas que inspiran reflexión son las que trabajan para acallar los susurro de la confusión.
La oscuridad es la que permite sentirse despojado del cuerpo, la iluminación es la que desaparece. La piel, los huesos y todo lo corpóreo se camuflan en la lobreguez.
Solo se encuentra una identificación de existencia propia, y una voz que se escucha, se identifica.
¡Lo real es lo que se sabe que existe! La oscuridad esta presente y es un echo, ahora la medianoche nos preocupa, porque somos parte de las sombras.


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Amar a perder

Mirarte a los ojos, mirarte sinceramente, mirarte y creer. Creer que hay algo más, algo que no puedes explicar; la mente y el corazón se encuentran en contrariedad. Ante un escenario totalmente desfavorable, te elijo. Elijo no estar cien por ciento seguro de cuestiones tan mundanas; elijo la credulidad. Hay demasiados indignados y desahuciados en este mundo como para elegir ser uno más. Creer es el acto de rebeldía más humano. Es humano porque, a veces, va en contra de la lógica; es una decisión de vacío. Un vacío con esperanza. Es completamente humano porque, de lo que no era, se pudo escribir y decir que fue. Es humano porque te atreves, aun ante el riesgo de perder. ¿Quién decide perder? Alguien que cree y ama.

Perpetua

Intente varias veces  conservar rosas. Aunque el rosal de todo el año... Quiero conservarlas yo mismo Método tras metodo, la mayoría se han marchitado. Lo más cercano a conservarlas, fue por error. Por error las use como apuntalador, de libros que dejé por leer. Por empecinados en apropiarse de lo hermoso, de lo que es bello a nuestros ojos Por querer que sea exclusivamente de nuestra propiedad Se van a ir siempre, es su naturaleza Forzar a que la rosa sea rosa, en nuestro cuarto, es un error Si te quedas con medios libros a leer, no pretendas comprender lo sublime de la rosa

12:00 PM

No me gusta la gente que escupe hacia el suelo, tampoco la que no es amable. No me empatizo con las personas que caminan al lado mio, las que caminan muy rápido. Ya ni nos saludamos, excepto cuando entrelazamos mirada profunda, la incomodidad del momento nos obliga a modular cuatro letras. En las cafeterías no suelen ir jóvenes y en los hall de los bancos se observan personas inmutables. Los taxis parecen no ser muy rentables para alguien que no los requiere a menudo, pero cuando se los necesita entiende porque son fundamentales para la ciudad, y sobre todo, para alcanzar al tiempo. Me entristecen los niños en las calles sacrificando su niñez, y la mirada ciega de los caminantes, -mirar hacia el piso, lo hace menos doloroso-. Me intrigan las historias de los que miran los ventanales del autobus, ¿Pensaran sobre recuerdos pasados? o sobre ¿sus acciones venideras?. Las baldosas son tan diversas y las sendas peatonales están tan despintadas. Existen los locos del grafiti, que exponen caus...